El hombre con pata de gallo

El hombre con pata de gallo

Adaptación de la leyenda Latinoamericana

© Versión de Paola Artmann

El hombre con pata de gallo

Pedro Pablo Pérez Páramo, trabajó de sol a sol hasta que a sus 87 años y medio cerró los ojos para siempre. Su generosidad se hizo evidente cuando a su velorio acudieron 2875 personas. Todos lloraban y sollozaban mientras recordaban los actos de bondad del anciano difunto:

— Pedro Pablo Pérez Páramo me arregló el tejado sin cobrar un solo centavo —dijo doña Melba con voz entrecortada.

— Pedro Pablo Pérez Páramo me visitó en el hospital cuando me sacaron las amígdalas —dijo Silverio, el carnicero del pueblo.

— Pedro Pablo Pérez Páramo encontró a mi gato perdido —dijo Juanito, lanzando un chillido tan agudo que fue escuchado en el pueblo vecino.

— Pedro Pablo Pérez Páramo me ayudó a conseguir trabajo y novia —dijo Filiberto, el panadero, mientras se tocaba el corazón.

Que Pedro Pablo Pérez Páramo esto, que Pedro Pablo Pérez Páramo aquello. Todos tenían una historia que compartir entre lágrimas y sollozos. Sin embargo, el que más lloró de todos no musitó una palabra; solo se quedó en una esquina contemplando el féretro.

Todos los acudientes se conocían entre sí, sin embargo, nadie conocía al hombre que más lloraba.

El hombre tenía dos brazos y dos piernas y vestía ropa corriente, pero había algo en él que hacía dudar de su naturaleza humana.

A la mañana siguiente, todos fueron a enterrar a Pedro Pablo Pérez Páramo. En medio de la ceremonia, doña Melba, sin poder resistir su curiosidad, se acercó al hombre desconocido y le preguntó:

— ¿Es usted pariente o amigo del difunto? Se nota que lo quiso y extraña muchísimo.

— Ni pariente ni amigo soy. Es más, nunca lo conocí ni me conoció, pero él hizo algo muy bueno por mí —respondió el hombre con una voz etérea.

Doña Melba se alejó muy confundida, pero no le quitó el ojo en lo que quedaba de la ceremonia.

Entonces, el hombre se agachó para rascarse la pantorrilla. Doña Melba notó claramente que él no tenía un pie sino la pata de un gallo.

Como era bien sabido, Don Pedro Pablo Pérez Páramo todas las noches prendía una veladora por los seres más perdidos del mundo.

Y se cree que los seres más perdidos son los fantasmas y solo ellos deambulan errantes por el mundo con una pata de gallo.

El hombre con pata de gallo (Versión Suspenso):

Había una vez un hombre llamado Tomás que había sido maldecido por una bruja y se convirtió en un hombre con pata de gallo. La gente del pueblo le temía y le evitaba, así que Tomás se alejó de la civilización y se instaló en una cabaña en lo profundo del bosque.

Un día, un grupo de amigos que se aventuraban por el bosque se encontraron con la cabaña de Tomás. Al principio, se asustaron al verlo, pero Tomás les explicó que no era un monstruo, sino que estaba maldecido. Los jóvenes se compadecieron de él y decidieron ayudarlo a encontrar la cura.

Tomás les dijo que había oído hablar de una flor mágica que crecía en la cima de una montaña cercana. La flor tenía el poder de romper la maldición y hacer que Tomás recuperara su forma humana.

Los jóvenes se ofrecieron a ayudar y comenzaron su arriesgado viaje hacia la montaña. En el camino, se enfrentaron a muchos peligros, incluyendo animales salvajes, abismos y arroyos traicioneros. Sin embargo, finalmente llegaron a la cima de la montaña y encontraron la flor mágica.

Mientras recolectaban la flor, escucharon un extraño ruido detrás de ellos. Tomás les dijo que era la bruja que lo había maldecido, quien venía a impedir que rompieran la maldición. Los jóvenes, valientes, se enfrentaron a la bruja y lograron vencerla, rompiendo así la maldición que tenía a Tomás como hombre con pata de gallo.

Después de que Tomás recuperara su forma humana, los jóvenes regresaron al pueblo junto a él. La gente ya no le temía y lo trataba con respeto y cariño. Los jóvenes aprendieron que no hay que juzgar a las personas por su apariencia y que la valentía y el compañerismo pueden lograr grandes cosas. Desde entonces, Tomás se convirtió en un amigo y protector del pueblo, siempre agradecido por la ayuda de los jóvenes que le salvaron la vida.

Edad recomendable para contarlo:

Este cuento de suspenso puede ser recomendado para niños y niñas mayores de 8 años, ya que contiene elementos de misterio y peligro.

Es importante que los niños tengan la capacidad de comprender la trama y la moraleja, y que no se sientan demasiado asustados por los personajes o situaciones del cuento. Además, se sugiere que los padres o cuidadores estén presentes para brindar apoyo emocional y responder cualquier pregunta o inquietud que puedan tener los niños después de escuchar el cuento.

Moraleja:

La moraleja de este cuento es que no debemos juzgar a las personas por su apariencia o condición, ya que todos merecen ser tratados con respeto y compasión. A veces, las personas que parecen diferentes o extrañas pueden estar atravesando dificultades que nosotros no conocemos, y es importante mostrar empatía y ayudar cuando sea posible. Además, el cuento resalta el valor de la valentía y la amistad, y cómo trabajar en equipo puede llevar a grandes logros.

En que ambiente se recomienda contarla:

Se recomienda contar este cuento en un ambiente tranquilo y seguro, como por ejemplo en casa antes de dormir, en un campamento nocturno, en una actividad escolar de literatura o en una reunión familiar. Es importante crear un ambiente cómodo y agradable para que los niños se sientan seguros y puedan prestar atención a la historia sin distracciones externas. También es importante asegurarse de que los niños comprendan que la historia es ficticia y que no deben temer por su seguridad.

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