Los dientes

Los dientes

Cuento popular de Surinam

© Versión de Paola Artmann

Los dientes

Desde muy pequeño, Juan tenía la mala fortuna de ser sonámbulo. A menudo, su madre lo encontraba merodeando a altas horas de la noche en frente de la casa, su mirada perdida en la oscuridad. Sin embargo, esta noche era diferente: su madre dormía profundamente y no lo escuchó salir de casa.

Juan caminó sin prisa, pero sin pausa, con cada paso se alejaba más de la seguridad de su hogar.

Las calles se hacían cada vez más extrañas y el barrio en el que se encontraba no le era familiar.

Juan estaba perdido.

Al doblar la esquina, Juan encontró a un hombre. Un enorme sombrero de copa cubría su cabello gris y espeso. Su cara, blanca como la nieve contrastaba con la vacía negrura de sus ojos.

—Señor, ¿sabe usted cómo se llama este lugar? —preguntó Juan.

—Yo qué sé —respondió el hombre con voz áspera y agrietada por falta de uso.

Entonces, el hombre encendió un cigarrillo y al acercarlo a su rostro, la tenue luz dejó al descubierto la más horripilante visión: ¡los dientes del hombre eran tan largos y afilados como los de una fiera!

Preso del pánico, Juan se echó a correr.

Mientras corría, se encontró con otro hombre. El hombre preguntó:

—¿Por qué vas tan deprisa?

—Vi a un hombre cuyos dientes eran tan largos como los de una fiera —respondió Juan.

Inmediatamente, el hombre develó sus monstruosos dientes largos y afilados entre una sonrisa escueta y preguntó:

— ¿Cuáles son más largos, esos o los míos?

Juan siguió corriendo.

De repente, llegó a una calle que le resultaba conocida. Dobló la esquina y encontró su casa.

Juan se despertó gritando, empapado de un sudor frío. Entonces comprendió que estaba en su propia cama y que todo había sido una pesadilla.

Su madre abrió la puerta y se acercó a él:

—¿Qué sucede? —preguntó.

—Soñé con hombres muy extraños, con dientes largos y afilados y yo no hacía más que correr.

Su madre esbozó una sonrisa que se hacía más y más ancha, dejando entrever unos dientes espantosos, largos y afilados como los de una fiera.

Pobre Juan, si estaba soñando, no podía despertar… y si era realidad, ya no tenía cómo escapar.

Los dientes (Version Suspenso):

Había una vez una pequeña ciudad donde los habitantes tenían la costumbre de dejar sus dientes bajo la almohada para que el “hada de los dientes” los recolectara a cambio de un pequeño regalo. Pero un día, comenzaron a ocurrir cosas extrañas.

Los niños que dejaban sus dientes bajo la almohada se despertaban con una sensación extraña en la boca y descubrían que un diente había sido sacado, pero no había ningún regalo dejado en su lugar. Nadie sabía quién podía ser el responsable, pero el miedo comenzó a apoderarse de la ciudad.

Un día, un niño valiente decidió averiguar quién estaba detrás de los misteriosos sucesos. Decidió dejar un diente de cebo y esperar a ver qué pasaba. Durante la noche, el niño escuchó un ruido extraño y al encender la luz, descubrió que un extraño ser estaba huyendo con su diente.

El niño persiguió al extraño ser hasta que llegó a un lugar oscuro y espeluznante. Allí, encontró una cueva llena de dientes de todos los tamaños y colores. En el centro de la cueva, estaba el extraño ser, que resultó ser un monstruo con colmillos afilados que estaba recolectando dientes para mantener sus colmillos en buen estado.

El niño sabía que tenía que hacer algo para proteger a su ciudad, así que decidió luchar contra el monstruo. Con un gran valor y astucia, el niño logró vencer al monstruo y liberar a los dientes que había acumulado. Desde ese día, la ciudad nunca más tuvo que preocuparse por el extraño ser que se llevaba los dientes.

La moraleja de esta historia es que siempre debemos estar alerta y ser valientes frente a los miedos y peligros que nos rodean. También nos enseña a no tener miedo de enfrentar nuestros temores y a ser perseverantes y astutos para lograr nuestros objetivos.

Edad recomendable para contarlo:

Este cuento de suspenso podría resultar un poco inquietante para niños pequeños, por lo que se recomienda que sea contado a niños mayores de 8 o 9 años, siempre considerando la sensibilidad y madurez emocional de cada niño. Es importante que los padres o cuidadores estén presentes para responder a cualquier pregunta o inquietud que pueda surgir después de contar el cuento. También es importante que los niños sepan que el cuento es ficticio y no deben tener miedo de dejar sus dientes debajo de la almohada.

Moraleja:

La moraleja de este cuento de suspenso podría ser la importancia de enfrentar nuestros miedos y peligros para poder superarlos y resolver los problemas que nos afectan. También puede enseñar la importancia de la valentía, la perseverancia y la astucia para lograr nuestros objetivos y proteger a quienes queremos. Por otro lado, el cuento también podría tener una moraleja acerca de la importancia de la higiene bucal, recordando a los niños la necesidad de cuidar y mantener sus dientes saludables.

En que ambiente se recomienda contarla:

Este cuento de suspenso se recomienda contar en un ambiente seguro y tranquilo, donde los niños se sientan cómodos y protegidos. Es importante que no haya distracciones externas para que los niños puedan concentrarse en el cuento y en su moraleja. Se recomienda contar el cuento en un ambiente con poca luz para crear una atmósfera más misteriosa y emocionante. Es aconsejable que los padres o cuidadores estén presentes para proporcionar apoyo emocional y responder a cualquier pregunta o inquietud que pueda surgir después de contar el cuento. Además, se puede acompañar la narración con música o sonidos para crear un ambiente aún más intrigante.

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