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Dédalo e Ícaro
Dédalo e Ícaro: Hace mucho, muchísimo tiempo, en la remota isla de Creta, apareció un monstruo mitad toro y mitad hombre, conocido como el minotauro. Él era extraordinariamente fuerte, feroz y tenía un apetito enorme. Como puedes imaginarlo, la gente de Creta le tenía mucho miedo.
Fue de esta manera que todos se reunieron ante el Consejo Real para rogarle al rey Minos encontrar una manera de desterrar la horripilante criatura. Pero los planes del rey eran diferentes; al enterarse de la existencia del minotauro se dijo a sí mismo: “Si capturo al minotauro todos me temerán. Ninguno de mis súbditos se atreverá a traicionarme y mis enemigos lo pensarán dos veces antes de atacarme”.
Y así, el rey convocó a Dédalo, el más brillante inventor de su reino y a su joven hijo, Ícaro.
—Dédalo, construye una prisión para el minotauro — dijo el rey—. Esta deberá ser tan impenetrable que nada ni nadie pueda escapar ni siquiera con la ayuda de los dioses.
Dédalo era un hombre común, pero sus creaciones eran extraordinarias. Entonces, construyó un laberinto tan enredado y retorcido, que una vez adentro, era imposible encontrar una salida.
El rey encerró al minotauro en el laberinto, pero el monstruo no fue el único que corrió con esta suerte. También hizo prisioneros a Dédalo e Ícaro; alguien con el talento del inventor le resultaría muy útil en tiempos de guerra.
Durante muchos años, padre e hijo vivieron en la torre más alta del palacio, trabajando en una infinidad de invenciones ante la mirada vigilante de la guardia real.
Un día, mientras miraba por la ventana a las gaviotas volar, Dédalo tuvo una idea: construir unas alas, igual que las alas de las gaviotas, solo que más grandes y fuertes. Con estas alas él y su hijo volarían lejos, de regreso a Atenas. Entonces, pidió al rey Minos plumas y cera con la excusa de que eran para uno de sus tantos inventos de guerra.
El anhelado día llegó, Dédalo había terminado las alas:
—Con estas alas volaremos como las gaviotas —le dijo a Ícaro—, pero ten cuidado de volar muy alto. El sol derretirá la cera que une a todas las plumas.
Juntos, se lanzaron al viento desde la ventana de la torre. Volaron sobre la isla de Creta hacia el mar, la gente los miraba desde abajo confundiéndolos con los dioses.
Todo iba según lo planeado, hasta que Ícaro pensó: “Puedo volar más alto que las gaviotas”. Olvidando el consejo de su padre, voló muy alto en la inmensidad del cielo.
De repente, el aire se hizo más y más cálido y las plumas de sus alas se desprendieron una a una. Era demasiado tarde, el sol había derretido la cera que unía las plumas.
Dédalo escuchó los gritos de su hijo y voló en su dirección, pero lo único que encontró fue miles de plumas flotando en el mar.
Edad recomendable para contarlo:
Este cuento “Dédalo e Ícaro” puede ser contado a niños y niñas a partir de los 8 años de edad, ya que la historia incluye ciertos elementos que pueden resultar un poco fuertes o confusos para los niños más pequeños.
Además, el cuento “Dédalo e Ícaro” puede ser utilizado para discutir temas como la ambición, la importancia de escuchar los consejos de los demás, y las consecuencias de nuestros actos.
En general, siempre es recomendable adaptar la historia y la forma en que se cuenta según la edad y las necesidades del público al que se dirige.
Moraleja:
La moraleja de este cuento “Dédalo e Ícaro” es que la ambición y la falta de precaución pueden tener consecuencias desastrosas.
El rey Minos buscaba poder y control a través del encarcelamiento del Minotauro, pero esto llevó a la captura y encarcelamiento de Dédalo e Ícaro. La ambición de Ícaro lo llevó a ignorar el consejo de su padre y volar demasiado cerca del sol, lo que resultó en su muerte.
Este cuento “Dédalo e Ícaro” enseña la importancia de escuchar los consejos de aquellos con más experiencia, tener precaución al tomar decisiones y no dejar que la ambición se apodere de uno.
En que ambiente se recomienda contarla:
Este cuento “Dédalo e Ícaro” se recomienda contar en un ambiente tranquilo y seguro, como una sala de clase o una sala de estar, donde los niños puedan concentrarse y escuchar con atención.
Es importante que el ambiente sea adecuado para que los niños puedan hacer preguntas o comentarios, y para que el narrador pueda responder a estas inquietudes de manera clara y adecuada a su edad.
Además, el cuento “Dédalo e Ícaro” puede ser utilizado como una herramienta para promover la discusión en grupo y fomentar la reflexión sobre temas importantes como la ambición, la importancia de escuchar los consejos de los demás y las consecuencias de nuestros actos.
Preguntas Frecuentes:
- ¿Quién era el minotauro en el cuento? El minotauro era un monstruo mitad toro y mitad hombre que apareció en la remota isla de Creta.
- ¿Por qué la gente de Creta le tenía miedo al minotauro? La gente de Creta le tenía miedo al minotauro porque era extraordinariamente fuerte, feroz y tenía un apetito enorme.
- ¿Qué quería el rey Minos hacer con el minotauro? El rey Minos quería capturar al minotauro para que todos le temieran y nadie se atreviera a traicionarlo.
- ¿Quién construyó la prisión para el minotauro? Dédalo, el más brillante inventor del reino de Minos, construyó una prisión para el minotauro.
- ¿Cómo era el laberinto en el que encerraron al minotauro? El laberinto construido por Dédalo era tan enredado y retorcido que una vez adentro, era imposible encontrar una salida.
- ¿Qué inventó Dédalo mientras estaba encarcelado con su hijo Ícaro? Dédalo inventó unas alas, iguales a las de las gaviotas, para poder volar lejos de la prisión junto a su hijo Ícaro.
- ¿Qué consejo le dio Dédalo a Ícaro antes de volar? Dédalo le dijo a Ícaro que tuviera cuidado de volar muy alto, ya que el sol derretiría la cera que unía las plumas de las alas.
- ¿Por qué Ícaro se acercó demasiado al sol? Ícaro se acercó demasiado al sol porque pensó que podía volar más alto que las gaviotas, olvidando el consejo de su padre.
- ¿Qué sucedió cuando las plumas de las alas de Ícaro se desprendieron? Cuando las plumas de las alas de Ícaro se desprendieron, Ícaro cayó al mar y murió.
- ¿Qué moraleja podemos aprender del cuento? La moraleja del cuento “Dédalo e Ícaro” es que debemos ser prudentes y escuchar los consejos de los demás, especialmente de aquellos que tienen más experiencia que nosotros. También nos enseña que debemos ser conscientes de las consecuencias de nuestros actos y de nuestras decisiones, ya que estas pueden tener un impacto importante en nuestras vidas.