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La niña con la cinta roja
Cuento de Estados Unidos
© Versión de Paola Artmann
Había una vez una niña y su nombre era Ana. Ella siempre llevaba una cinta de seda roja atada a su cuello con un nudo muy apretado. Desde que estaba en quinto de primaria, Ana tenía un amigo cuyo nombre era Juan.
Ahora, ambos estaban a punto de terminar la secundaria y Juan, como antes, quería saber por qué Ana siempre llevaba la cinta de seda roja.
—Ana, por favor dime por qué siempre llevas esa cinta puesta.
Ana se limitó a sacudir la cabeza con suavidad sin dar respuesta.
Tiempo después, Ana y Jaime se hicieron novios y al cabo de unos años se casaron. Ana dio a luz a 2 hermosos hijos. Los niños también le preguntaban sobre su cinta, pero ella respondía con evasivas. Cansados de no recibir respuesta, no volvieron a tocar el tema.
Así vivieron durante muchos años hasta que un día Ana se enfermó gravemente y dijo entre sollozos:
—Jaime, siento que voy a dejar este mundo pronto. ¿Todavía quieres saber por qué siempre llevo la cinta roja atada a mi cuello?
Jaime asintió, secó las lágrimas de sus ojos y la abrazó.
—Quítame la cinta para conocer la respuesta —dijo Ana.
Fue entonces que Jaime llevó sus manos temblorosas hacia el cuello de Ana y desató lentamente el apretado nudo.
El mismo momento en que Jaime aflojó la cinta por completo…
¡La cabeza de Ana cayó al suelo!
La niña con la cinta roja (versión suspenso)
Había una vez una pequeña niña llamada Rosie, que siempre llevaba una cinta roja en su cabello rubio. La gente del pueblo la veía correr y jugar todos los días, siempre con una gran sonrisa en su rostro.
Un día, Rosie desapareció misteriosamente. Los habitantes del pueblo buscaron por todas partes, pero no pudieron encontrarla en ninguna parte. Durante semanas, la gente siguió buscando, pero cada vez había menos pistas.
Un día, un hombre que trabajaba en un bosque cercano descubrió algo inquietante. Encontró un árbol con una cinta roja atada en su base. A medida que se adentró en el bosque, encontró más árboles con cintas rojas. Finalmente, llegó a una pequeña cabaña donde descubrió algo aterrador.
Dentro de la cabaña, había un altar con una cinta roja en el centro. Alrededor del altar había velas encendidas y fotos de Rosie. El hombre se dio cuenta de que había trozos de cabello rubio atados a las cintas rojas. Él sabía que había encontrado al secuestrador de la niña.
La policía finalmente llegó al lugar, pero era demasiado tarde para Rosie. El secuestrador había huido y la niña nunca fue encontrada. Desde entonces, la gente del pueblo ha jurado nunca olvidar a Rosie y continúa buscando al secuestrador, con la esperanza de que algún día la justicia sea hecha.
La cinta roja sigue siendo un símbolo de la niña perdida y su memoria vive en los corazones de las personas del pueblo.
Edad recomendable para contarlo:
Este cuento es de suspenso y puede resultar un poco inquietante para niños pequeños, por lo que se recomienda que sea contado a niños mayores de 10 años, siempre considerando la sensibilidad y madurez emocional de cada niño. Es importante que los padres o cuidadores estén presentes para responder a cualquier pregunta o inquietud que pueda surgir después de contar el cuento.
Moraleja:
La moraleja de este cuento de suspenso podría ser la importancia de prestar atención a los peligros que pueden existir en el entorno, y de tomar medidas de precaución para protegerse a uno mismo y a los demás. También se puede destacar la importancia de la colaboración y la ayuda mutua en momentos difíciles, como el caso de la búsqueda de Rosie por parte de la comunidad del pueblo.
En que ambiente se recomienda contarla:
Este cuento de suspenso se recomienda contar en un ambiente seguro y tranquilo, donde los niños se sientan cómodos y protegidos. Es importante que no haya distracciones externas para que los niños puedan concentrarse en el cuento y en su moraleja. Es aconsejable que los padres o cuidadores estén presentes para proporcionar apoyo emocional y responder a cualquier pregunta o inquietud que pueda surgir después de contar el cuento.