Lo que se tragó la tierra

Lo que se tragó la tierra

Leyenda de Argentina

© Versión de Paola Artmann

Lo que se tragó la tierra

Don Melquíades era un anciano tacaño y de corazón endurecido. Aunque tenía tres hijas que se desvivían por él y lo colmaban de atenciones, su única felicidad provenía de contar las diez monedas de oro que había ahorrado. Así que, cuando sintió que se acercaba el fin de sus días, se sentó en su silla mecedora y llamó a sus hijas para hacerles prometer que lo enterrarían con sus preciadas monedas.

A los pocos días, el anciano falleció y las hijas cumplieron su última voluntad. Sin embargo, al cabo de unos meses, las hijas descubrieron que el padre tenía muchas deudas que no podían saldar con lo poco que ganaban trabajando.

—¿Qué haremos? —dijo Esmeralda, la hija mayor, a sus hermanas—. Nuestro padre yace con oro y nosotros con sus deudas. Esta noche iré al cementerio y desenterraré las monedas. Pagaremos las deudas y viviremos tranquilas.

La joven se dirigió al cementerio con pala en mano y regresó a casa con las monedas. Las hermanas cenaron muy felices y se acostaron a dormir.

Pero al llegar la media noche, escucharon un golpe en la puerta y una voz del más allá decir:

—Esmeralda, Esmeralda, a tu promesa le has dado la espalda.

Esmeralda miró por la ventana y vio a su padre, don Melquíades, a quien le faltaba una oreja y tres dedos de la mano. Presa del miedo, la joven entreabrió la puerta y tiró las monedas.

Pasaron unos pocos meses y las deudas continuaron apilándose, las hermanas estaban desesperadas.

—Llevo lavando ropa y limpiando casas ajenas sin disfrutar un centavo de mi trabajo, mientras que nuestro padre descansa con un tesoro en su ataúd. Esta noche iré al cementerio y desenterraré las monedas —dijo Gema, la hermana del medio.

La joven se dirigió al cementerio con pala en mano y regresó a casa con las monedas. Las hermanas cenaron felices y se acostaron a dormir.

Pero al llegar la media noche, escucharon un golpe en la puerta y una voz espectral decir:

—Gema, Gema, te quedas con lo que no es tuyo, ¿no le ves ningún problema?

Gema miró por la ventana y vio a su padre, don Melquíades, a quien le faltaban las dos orejas, cuatro dedos de la mano derecha y el pie izquierdo. Horrorizada y aturdida, la joven entreabrió la puerta y tiró las monedas.

Por muchos años, las pobres hermanas vivieron sumidas en deudas, trabajando de sol a sol para saldarlas.

—Hermanas, es hora de cambiar nuestro destino. No podemos vivir para cubrir las deudas de nuestro padre. Tengo un plan y necesito que me ayuden —dijo Rubí, la hermana menor.

La joven se dirigió al cementerio con pala en mano, regresó a casa con las monedas y las escondió en un cajón de la cocina. Nuevamente, las hermanas cenaron felices y se acostaron a dormir.

Pero al llegar la media noche, escucharon un golpe en la puerta y una fantasmagórica voz decir:

—Rubí, Rubí, entrégame lo que es mío o nunca me iré de aquí.

Poniendo en marcha su plan, Rubí se acercó a la ventana y vio a su padre, don Melquíades, de quien ya solo quedaba el esqueleto. La joven abrió la puerta e invitó a su padre a pasar, las otras dos hermanas temblaban de miedo.

—Papá, siéntate en tu silla mecedora y déjanos conocer el motivo de tu visita —dijo Rubí con un tono casual.

—Estoy aquí por que me faltan mis monedas de oro —rugió don Melquíades con una voz aterradora.

—Pero papá, también te faltan los ojos, la nariz, la boca y las orejas. ¿Qué crees que pasó con ellos? —dijo Rubí.

—¡Se los tragó la tierra! —respondió don Melquíades.

—Noto que también te falta el tronco, los brazos y los pies. ¿Crees saber qué pasó con ellos? —dijo Rubí, tratando de conservar la calma.

—¡Se los tragó la tierra! —respondió don Melquíades.

—Y lo mismo pasó con tus monedas. ¡Se las tragó la tierra! —exclamó Rubí.

Dichas estas palabras, don Melquíades saltó de la silla y desapareció para siempre.

Y por fin… sin la carga de las deudas, las hermanas vivieron muy felices.

Lo que se tragó la tierra (Versión Suspenso):

Había una vez un pequeño pueblo en el medio de la nada, donde vivían todos sus habitantes en armonía con la naturaleza. Pero un día, algo extraño sucedió. Una gran grieta se abrió en el suelo, y comenzó a tragar todo lo que encontraba a su paso: árboles, animales y hasta algunas casas.

Los habitantes del pueblo estaban muy preocupados por lo que estaba sucediendo, y rápidamente comenzaron a evacuar el área. Todos excepto una familia que decidió quedarse en su casa y esperar a que todo pasara. La familia estaba formada por un padre, una madre y sus dos hijos pequeños, y estaban convencidos de que podían lidiar con cualquier cosa que la tierra les lanzara.

Pero la tierra tenía otros planes. La grieta se abrió más y más, y eventualmente llegó a la casa de la familia. Empezó a tragarla lentamente, pero la familia todavía se negaba a irse. Fue entonces cuando el padre notó algo extraño: la tierra parecía estar tratando de comunicarse con ellos.

Intrigado, el padre decidió investigar más. Se aventuró en la grieta y se encontró con un mundo completamente diferente, un mundo subterráneo lleno de criaturas extrañas y peligrosas. La tierra le habló a través de un susurro, diciéndole que había sido maltratada por los humanos durante demasiado tiempo, y que finalmente se había hartado.

El padre decidió regresar a la superficie y contarle a su familia lo que había encontrado. Pero cuando regresó a la casa, descubrió que ya era demasiado tarde: la tierra había tragado a su esposa y a sus hijos.

A partir de ese momento, el padre se dedicó a contarle a todos los habitantes del pueblo su experiencia en el mundo subterráneo, tratando de convencerlos de que la tierra no era un recurso inagotable y que debían tratarla con respeto. Pero nadie le creyó, y la grieta nunca dejó de crecer.

La moraleja de esta historia es que debemos cuidar y proteger nuestro planeta, ya que es el hogar de todas las criaturas vivas y merece ser tratado con respeto y consideración. No podemos ignorar los signos de la naturaleza y debemos tomar medidas para evitar su deterioro, antes de que sea demasiado tarde.

Edad recomendable para contarlo:

Recomendaría contar este cuento “Lo que se tragó la tierra” a niños mayores de 8 años, ya que puede ser un poco intenso y podría asustar a los niños más pequeños.

Es importante que los niños tengan la capacidad de comprender el mensaje subyacente sobre la importancia de cuidar el medio ambiente y respetar a la naturaleza, y que estén lo suficientemente maduros emocionalmente para procesar la idea de una grieta que traga cosas y personas. Si se cuenta en un ambiente seguro y con el nivel de sensibilidad adecuado, este cuento puede ser una herramienta valiosa para enseñar a los niños sobre la importancia de cuidar nuestro planeta.

Moraleja:

La moraleja de este cuento “Lo que se tragó la tierra” de suspenso es la importancia de cuidar nuestro medio ambiente y respetar a la naturaleza. La grieta que se traga todo en su camino representa la destrucción que podemos causar a nuestro entorno si no somos responsables y conscientes de nuestras acciones.

Es importante que aprendamos a valorar y proteger los recursos naturales que tenemos a nuestro alrededor para que podamos mantener un equilibrio sostenible en el planeta. Este cuento nos recuerda que nuestras acciones tienen consecuencias y que debemos ser responsables y cuidadosos con el medio ambiente para preservar nuestro hogar en la Tierra.

En que ambiente se recomienda contarla:

Se recomienda contar este cuento “Lo que se tragó la tierra” en un ambiente tranquilo y seguro, como por ejemplo, en una biblioteca, en una habitación cómoda o en un aula escolar. Es importante que el lugar sea tranquilo para que los niños puedan prestar atención y se sientan cómodos y relajados.

También es importante que el ambiente sea apropiado para la edad de los niños a quienes se les está contando el cuento, ya que esto les permitirá comprender mejor la historia y reflexionar sobre su mensaje. Además, puede ser beneficioso contar este cuento en un ambiente rodeado de elementos naturales, como plantas o árboles, para que los niños puedan relacionar la historia con el mundo que les rodea y reflexionar sobre su papel en el cuidado del medio ambiente.

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