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El Holandés Errante
Leyenda de Holanda
© Versión de Paola Artmann
Hace algo más de 500 años, existió un hombre devoto del mar llamado Hendrik Van der Decken. A este hombre se le encomendó la tarea de comandar un buque conocido como El Holandés Errante. Cuando el capitán y su tripulación se dirigían a las Indias Orientales desde Ámsterdam, con el propósito de hacer fortuna, se vieron atrapados en medio de un desmedido temporal, que dañó seriamente la embarcación, haciendo añicos el timón y rasgando las velas.
A eso de la medianoche, cerca al cabo de Buena Esperanza, cuando parecía que había llegado la calma; el canto del viento se convirtió en un grito furioso que golpeó los mástiles y sacudió el buque con tal violencia que la tripulación comenzó a gritarle al capitán:
—¡Debemos regresar, el buque ha recibido mucho daño y nuestras vidas peligran!
Pero el capitán Van der Decken era muy codicioso y no lo afectaba poner en peligro su vida ni la de los demás, así que respondió de manera desafiante:
—¡El viaje continúa, aunque tenga que surcar los mares hasta el fin de los tiempos!
Después de la inesperada respuesta, los mismos marineros se rebelaron contra él, pero el capitán rayando la locura, amenazó con tirar por la borda a quien contradijera sus palabras. Alarmados, los hombres se arrodillaron y comenzaron a rezar; la embarcación estaba a punto de zozobrar.
De repente, el firmamento se partió en dos y surgió una luz divina que iluminó el mar. De la luz descendió una figura celestial que se enfrentó al capitán, diciéndole:
—Tú que pones la ambición al sufrimiento ajeno, de ahora en adelante serás condenado a recorrer el océano eternamente entre tormentas y tempestades. Desde hoy, solo podrás comer hierro al rojo vivo y beber hiel. Acto seguido, la figura celestial desapareció llevándose con ella toda la tripulación.
Y fue así como el capitán Hendrik Van der Decken y el buque conocido como El Holandés Errante, fueron convertidos en fantasmas y condenados a vagar sin rumbo por los mares, hasta el fin de los tiempos.
El Holandés Errante (Versión suspenso):
Había una vez un barco misterioso conocido como El Holandés Errante, que navegaba sin rumbo fijo por los mares del mundo. La leyenda decía que estaba condenado a vagar para siempre por los océanos, sin poder encontrar jamás un puerto seguro donde atracar.
La tripulación de El Holandés Errante estaba formada por hombres que habían sido malditos por haber desafiado a los dioses, y que ahora estaban condenados a vivir en la oscuridad eterna del mar. Cada noche, se podía oír su canto triste y melancólico, que resonaba por encima de las olas.
Un día, un barco de pescadores se encontró con El Holandés Errante en medio de una tormenta. A pesar del peligro que representaba acercarse al barco maldito, los pescadores decidieron ayudar a la tripulación a salir de la tempestad.
Pero al llegar al barco, los pescadores descubrieron que la tripulación estaba muerta, y que el barco estaba siendo controlado por una fuerza oscura y maligna. Los pescadores intentaron huir, pero El Holandés Errante los persiguió, desatando una tormenta aún más fuerte que la anterior.
Desesperados por su vida, los pescadores intentaron invocar a los dioses para que los protegieran. En ese momento, una voz profunda y siniestra se hizo eco por encima de la tormenta, anunciando que nadie podía escapar del destino que les había sido impuesto.
Los pescadores se dieron cuenta de que estaban condenados a ser parte de la tripulación del Holandés Errante, y que ahora tendrían que vagar por los mares para siempre, junto con los hombres malditos. Pero prometieron a sí mismos que nunca se olvidarían de su hogar y de las personas que amaban, y que siempre estarían en busca de un camino de regreso a la tierra firme.
Desde entonces, El Holandés Errante continúa navegando por los mares, persiguiendo a los barcos que se cruzan en su camino. Y los pescadores malditos siguen siendo parte de su tripulación, intentando encontrar una forma de liberarse de su condena eterna.
Edad recomendable para contarlo:
Mi recomendación sería que este cuento de suspenso sobre El Holandés Errante sea contado a niños y jóvenes mayores de 12 años, ya que puede contener elementos que resulten un poco aterradores o perturbadores para los más pequeños.
A partir de esa edad, los niños suelen estar más preparados para comprender y disfrutar de historias que involucren situaciones de misterio y tensión, siempre y cuando sean presentadas de forma adecuada y respetuosa. Como siempre, la decisión final dependerá del criterio y juicio de los padres o tutores que compartan el cuento con los niños.
Moraleja:
La moraleja de este cuento sobre El Holandés Errante podría ser la importancia de respetar las leyes y las normas, y de no desafiar a los poderes superiores. También podría señalar la importancia de no ceder a la tentación de obtener beneficios a costa de otros, ya que a menudo las acciones egoístas pueden tener consecuencias imprevisibles y negativas a largo plazo.
Finalmente, podría sugerir que debemos ser conscientes de nuestras decisiones y sus consecuencias, y estar dispuestos a enfrentar las responsabilidades que surjan de ellas. En resumen, la moraleja podría ser que siempre debemos actuar con responsabilidad y respeto hacia nosotros mismos, hacia los demás y hacia el mundo que nos rodea.
En que ambiente se recomienda contarla:
Recomendaría contar este cuento de suspenso sobre El Holandés Errante en un ambiente tranquilo y seguro, como puede ser una sala de estar en el hogar, una biblioteca o un aula de clases. Sería ideal que el ambiente sea acogedor, con buena iluminación y que los niños se sientan cómodos y relajados para poder prestar atención y disfrutar de la historia.
Además, sería conveniente que el cuento se cuente en un momento adecuado del día, cuando los niños estén descansados y tranquilos, y se les permita la oportunidad de hacer preguntas o comentar sus pensamientos después de escuchar la historia. En resumen, el ambiente ideal para contar este cuento sería aquel en el que los niños se sientan seguros, cómodos y relajados para poder escuchar y disfrutar de la historia en su plenitud.