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María y el panadero avaro
Érase una vez, en un pequeño pueblo de Perú, una humilde joven llamada María que vivía frente a una panadería. Todos en el pueblo le tenían aprecio porque era muy trabajadora y de buen corazón. Para pagar sus alimentos, María limpiaba casas y lavaba ropa ajena.
El panadero, vecino de María, horneaba los mejores panes, pasteles y tartas de todo el pueblo. Pero él era un hombre codicioso y áspero que rara vez tenía una palabra amable que ofrecer. Aun así, su panadería siempre estaba llena de gente, porque nadie podía hornear tan bien como él.
María y el panadero rara vez cruzaban palabra, pero la joven amaba los olores que provenían de la panadería. Antes del amanecer, mientras el panadero horneaba, María se acercaba a la ventana de la panadería para deleitarse con los deliciosos aromas.
—¡Ah, qué deliciosos olores! —exclamó la joven—. No tengo cómo comprar los panes y pasteles, pero me siento feliz solo con olerlos.
El panadero alcanzó a escuchar a María y furioso le dijo:
—Si te sientes feliz con los olores, tendrás que pagar por ellos.
De un portazo cerró la pastelería y salió camino abajo hacia el juzgado. Cuando llegó ante el juez, dijo:
—María me debe dinero porque me ha robado.
Y presentó su caso. El juez lo escuchó atentamente y citó a María a juicio ordenándole traer diez monedas de oro.
Pronto, la gente del pueblo se enteró de la noticia y acudieron a la casa de María. Entre todos habían reunido las diez monedas de oro.
Llegó el día del juicio y María se presentó al juzgado con las diez monedas de oro dentro de una bolsa.
—María —dijo el juez—, ¿has estado oliendo las tartas, pasteles y panes del panadero?
—Sí, señor Juez, lo confieso —dijo María—. Por la mañana me deleito con todos esos maravillosos olores; estos se confunden con el aire cuando salen por la ventana.
El juez se quedó en silencio. Todo el pueblo, reunido en la sala del juzgado también guardó silencio.
Después de varios minutos, el juez se levantó.
—He llegado a un veredicto — dijo—. Te encuentro culpable de robar los olores del panadero. Ahora es el momento de tu sentencia. Acércate al panadero y sacude la bolsa que traes con las diez monedas.
María, muy desconcertada con la extraña petición, se acercó al panadero y sacudió la bolsa.
Todos escucharon el sonido de las monedas.
El juez miró al panadero y le preguntó: —¿Has escuchado el sonido de esas monedas?
—Claro que sí Señor Juez —respondió el panadero.
—¿Y es un sonido encantador para ti? —preguntó el juez.
—Claro que sí, señor Juez —respondió el panadero.
—Bien entonces —dijo el juez —. María ha robado los olores de tu panadería y te ha pagado con el sonido de las monedas. ¡Caso cerrado!
Edad recomendable para contarlo:
Este cuento es adecuado para ser contado a niños de 6 años en adelante, ya que contiene una lección valiosa sobre la avaricia y el valor de las cosas simples.
Los niños más pequeños podrían no entender completamente el mensaje del cuento, mientras que los mayores pueden apreciar la moraleja y reflexionar sobre ella.
Sin embargo, la edad recomendada también puede variar según la madurez y las experiencias previas del niño.
Moraleja:
La moraleja de este cuento es que la avaricia y la codicia pueden cegarnos a la belleza y la alegría que nos rodea, y que no siempre necesitamos poseer algo para disfrutar de su valor.
En este caso, el panadero estaba tan obsesionado con el dinero que perdió de vista el hecho de que María no le estaba robando nada, sino simplemente disfrutando del olor de su pan.
La sentencia del juez, pagando con monedas el sonido de su dinero, pone de manifiesto que no siempre es necesario buscar la venganza o la compensación en situaciones que, en realidad, no han causado ningún daño real.
En que ambiente se recomienda contarla:
Esta historia puede ser contada en cualquier ambiente, ya sea en una reunión familiar, en un grupo de amigos, en un aula escolar o en una actividad de cuentacuentos.
Sin embargo, es recomendable que el ambiente sea tranquilo y sin distracciones para que los oyentes puedan prestar atención a la historia y reflexionar sobre su mensaje.
También es importante que el narrador adapte su lenguaje y su forma de contar la historia a la edad y nivel de comprensión de los oyentes para que la historia sea entendida y apreciada por todos.
Preguntas Frecuentes:
Aquí te presento algunas posibles preguntas frecuentes sobre el cuento y sus respuestas:
- ¿Quiénes son los personajes principales del cuento? El cuento tiene dos personajes principales: María, una joven humilde y trabajadora, y el panadero, un hombre codicioso y áspero.
- ¿Cuál es el conflicto principal del cuento? El conflicto principal del cuento es la acusación del panadero contra María por “robar” los olores de su panadería y la posterior decisión del juez sobre el caso.
- ¿Qué mensaje transmite el cuento? El cuento transmite un mensaje sobre la injusticia y el abuso de poder. El panadero, quien es codicioso y áspero, intenta acusar a María por “robar” los olores de su panadería y el juez toma una decisión inusual para hacer justicia.
- ¿Por qué María disfruta de los olores de la panadería? María disfruta de los olores de la panadería porque es una joven humilde que no puede permitirse comprar los productos del panadero. Los aromas que salen de la ventana de la panadería son una forma de disfrutar de los productos que de otra manera no podría tener.
- ¿Qué lección se puede aprender del cuento? El cuento enseña una lección sobre la importancia de no juzgar a los demás y ser empáticos. A pesar de que el panadero era rico y exitoso, era codicioso y áspero con los demás. Por otro lado, María era humilde y trabajadora, y a pesar de que no tenía mucho, era amable y generosa.