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La estatua del payaso
Leyenda urbana de los Estados Unidos
© Versión de Paola Artmann

María Luisa llegó a la casa del doctor Reyes y su esposa a eso de las 7 de la noche. Había sido contratada para cuidar los dos hijos de la pareja mientras ellos cenaban en un lujoso restaurante de la ciudad.
El doctor Reyes abrió la puerta y le dejó saber que los niños se encontraban dormidos. Igualmente, la señora Reyes le pidió permanecer en la sala de estar, cerca de la habitación de los niños, en caso de que alguno de ellos se despertara.
La pareja se despidió y María Luisa se dirigió a la sala y se sentó a jugar en su celular. Al cabo de un rato, se aburrió y llamó a los padres para saber si era posible ver televisión:
—Por supuesto —respondió el doctor Reyes.
Sin embargo, María Luisa tenía una solicitud final; les preguntó si podía cubrir con una manta la estatua del payaso que permanecía en una esquina de la sala, porque cada vez que miraba la enorme estatua de ojos espeluznantes, tenía la sensación de que la estatua se estaba moviendo lentamente.
Por unos cuantos segundos hubo un silencio incómodo. Con voz de terror, el doctor Reyes dijo:
—¡Despierta a los niños y salgan inmediatamente de la casa! NO TENEMOS NINGUNA ESTATUA DE UN PAYASO.
La estatua del payaso (Versión suspenso):
Había una vez un parque en el centro de la ciudad donde solía haber una hermosa fuente. Sin embargo, la fuente fue retirada y reemplazada por una enorme estatua de un payaso con una sonrisa macabra en su rostro.
Al principio, la gente pensó que la estatua era un homenaje a los payasos que solían actuar en el parque, pero pronto comenzaron a notar cosas extrañas. La estatua parecía moverse por sí sola, su sonrisa se hacía más grande y aterradora de noche, y a veces, se decía que emitía un extraño ruido de risa.
La gente comenzó a tener miedo de la estatua y algunos incluso juraron que la habían visto moverse. Los niños se asustaban tanto que se negaban a jugar en el parque, lo que preocupaba a los padres de la ciudad.
Una noche, un grupo de amigos se atrevió a acercarse a la estatua para investigar. Al principio, todo parecía normal, pero de repente la estatua comenzó a moverse y su sonrisa se hizo aún más grande. Los niños salieron corriendo, pero uno de ellos se dio cuenta de que había dejado su mochila cerca de la estatua. Decidió volver a buscarla y cuando llegó, la estatua parecía estar mirándolo directamente a los ojos.
De repente, el payaso comenzó a moverse y sus brazos se extendieron hacia el niño. El niño gritó y corrió hacia sus amigos, pero la estatua lo persiguió por todo el parque.
Finalmente, los amigos lograron escapar y contaron lo que habían visto a los adultos. La estatua fue retirada del parque y nunca más se supo de ella. Pero algunos todavía dicen que pueden escuchar la risa siniestra del payaso en la noche, y que si te acercas lo suficiente al lugar donde estaba la estatua, puedes sentir su fría presencia.
Desde entonces, nadie en la ciudad se atreve a hablar de la estatua del payaso, pero aún hoy en día, los niños temen jugar en el parque después del anochecer.
Edad recomendable para contarlo:
Recomendaría contar este cuento de suspenso para niños mayores de 10 años, ya que puede ser un poco aterrador para los niños más pequeños. Es importante tener en cuenta que cada niño tiene un nivel de tolerancia diferente para las historias de terror y suspenso, por lo que se debe conocer al público antes de contar la historia.
Si los niños son mayores, pueden disfrutar de la emoción y el misterio de la historia, mientras que los más pequeños pueden sentirse asustados y perturbados por la imagen de la estatua del payaso con una sonrisa macabra en su rostro. En cualquier caso, siempre es importante asegurarse de que los niños se sientan cómodos y seguros mientras escuchan la historia. Si se cuenta de manera adecuada y en el entorno correcto, este cuento de suspenso puede ser una experiencia emocionante para los niños mayores.
Moraleja:
Este cuento de suspenso nos recuerda que debemos tener cuidado con las cosas que parecen demasiado buenas para ser verdad. En la historia, la estatua del payaso parecía ser un homenaje a los payasos que solían actuar en el parque, pero resultó ser algo mucho más oscuro y peligroso.
La moraleja de esta historia es que debemos ser cautelosos y estar alerta ante las cosas que parecen demasiado perfectas o inofensivas. A veces, las cosas que parecen seguras pueden resultar ser las más peligrosas y debemos estar preparados para enfrentar cualquier situación que se nos presente.
También nos enseña la importancia de escuchar nuestras intuiciones y no ignorar nuestras inquietudes. Si algo nos parece sospechoso o extraño, es importante investigarlo y tomar medidas para protegernos. En resumen, esta historia nos recuerda que debemos ser prudentes y estar siempre alerta ante el peligro que pueda presentarse.
En que ambiente se recomienda contarla:
Para contar este cuento de suspenso, se recomienda un ambiente oscuro y silencioso, como una habitación con poca luz o un jardín en la noche. La idea es crear un ambiente misterioso y desconcertante que mantenga a los niños concentrados en la historia y en la tensión que se va generando.
Además, se pueden utilizar algunos efectos de sonido, como música de suspenso o efectos de sonido de risas macabras, para aumentar la atmósfera de misterio y suspenso. Sin embargo, es importante no exagerar demasiado y asegurarse de que los niños no se sientan demasiado asustados.
También es importante tener en cuenta que, dependiendo del grupo de niños y su nivel de tolerancia a las historias de suspenso, se podría contar en un ambiente más luminoso y seguro. En cualquier caso, lo importante es crear un ambiente que sea adecuado y cómodo para los niños, para que puedan disfrutar de la historia sin sentirse abrumados o asustados.